Por: Diana Sotero, geriatra de SANNA , Clínica San Borja

Las vacunas contribuyen a favorecer un envejecimiento saludable al disminuir la mortalidad prematura por causas infecciosas, reducir la incidencia de discapacidad relacionada con la hospitalización y preservar la calidad de vida de los adultos mayores (AM).
Las personas mayores de 65 años de edad se consideran entre los principales grupos de riesgo para adquirir alguna enfermedad infecciosa prevenible por vacunación y, debido a la vulnerabilidad biológica propia del envejecimiento, tienen riesgo de sufrir complicaciones graves por estas enfermedades.
Las principales vacunas disponibles para los AM y, en general, para la población adulta considerada grupos de riesgo (personas inmunodeprimidas o que padecen enfermedades crónicas) son:
Influenza
 La vacuna que permite prevenir la Influenza (o gripe) ha demostrado una eficacia de 58% para impedir la infección en mayores de 60 años de edad.
 La prevención es fundamental en este grupo poblacional, porque contribuye a evitar la aparición de otras patologías asociadas como neumonía, bronquitis, sinusitis, las cuales pueden comprometer seriamente la salud del paciente.
 El virus de la influenza se transmite sobre todo mediante las secreciones salivales y respiratorias cuando el sujeto enfermo tose o estornuda; sin embargo, el contacto entre los humanos también constituye otra forma de transmisión.
 La influenza se presenta con mayor frecuencia durante el invierno, por ello su aplicación es preferentemente durante los meses de mayo a julio y su aplicación es anual.
Neumococo
 Este patógeno es aún la causa más frecuente de neumonía bacteriana en el mundo. También puede producir meningitis, sinusitis y otitis media, sobre todo en los niños y ancianos.
 La neumonía por neumococo causa una mortalidad muy elevada sobre todo en el AM. El riesgo puede incrementarse dos a cinco veces más si está presente una comorbilidad de base como cardiopatías, problemas hepáticos, pulmonares, renales, diabetes o algún evento inmunosupresor.
 La vacuna ha demostrado una efectividad de 56% en ancianos. La vacunación es una estrategia que permite mantener la independencia y funcionalidad del adulto mayor, así como su calidad de vida; disminuyendo la mortalidad derivada de enfermedades infecciosas (influenza y neumococo), reduciendo la incidencia de complicaciones (postración, deterioro cognitivo) y hospitalizaciones e incluso de manera indirecta a través de la disminución de la morbimortalidad cardiovascular.

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