Estas son las historias de cuatro peruanas exitosas. Todas han sido protagonistas de destacadas carreras como ejecutivas. Hoy en día son lideresas en los principales grupos económicos del país.
Mirtha Zamudio, gerente del Área de Medios en el BBVA Continental, en la sala de reuniones del piso 18 de la sede central.

Era 1986 y una recién graduada Mirtha Zamudio subía en el ascensor hasta el cuarto piso de la torre naranja del Banco Continental. Había estudiado economía como su papá y estaba entusiasmada de empezar como practicante. Por estas fechas, cuando ya cumplió 26 años de carrera, sigue subiendo el ascensor del mismo edificio a diario. El detalle es que ya no se detiene en el cuarto piso. Va directamente hasta el 18. Allí está la oficina que como gerenta del Área de Medios ocupa desde enero del 2008. Según ella, ha sido el desafío más grande que le han puesto en el camino. De un momento a otro se convirtió en la jefa de 662 personas. «Tenemos una gran responsabilidad. Ejecutamos el 80% del gasto del banco. Un ejemplo es la renovación de la fachada de la sede central para la que hemos utilizado un presupuesto de 18 millones de dólares». Esta mujer debe estar pendiente de los requerimientos tecnológicos y de los servicios que necesita la red de oficinas. Además debe velar por la seguridad física del banco. Por eso es que cuando asumió el puesto no tenía hora de salida. Quería empaparse de todos los detalles que tuvieran que ver con sus funciones. En ello le podían dar las 11 de la noche. Por esa vehemencia que la caracteriza es una de las mejores ejecutivas que tiene el país. Varios cazatalentos han seguido su carrera y han intentado ficharla para otras compañías. Mirtha agradeció las ofertas pero terminó rechazándolas. Prefirió seguir su carrera en el banco.

EL ROL DE LA MUJER

Mirtha es una de las tres mujeres del pool de gerentes del BBVA Continental. Llegar hasta ahí no ha sido fácil. Le ha costado un par de décadas de dedicación y perseverancia. En estos años ha podido ver cómo las mujeres al igual que ella han ido posicionándose ocupando con mayor frecuencia cargos en los altos mandos de las compañías. Cree que al fin se reconoce su potencial y van alcanzando el lugar que merecen. «Las mujeres a diferencia de los hombres podemos hacer muchas cosas a la vez. Somos madres, hijas y esposas. Y todo eso nos demanda mucha intensidad». Está convencida, desde que era una niña, de que la mujer puede alcanzar lo que se proponga. Hace poco asistió a la premiación de las diez empresas peruanas más prestigiosas. Se sintió muy feliz al ver que había muchas mujeres en el evento. Asegura que siente orgullo cada vez que se entera de los logros de alguna. Y eso es porque no solo es camiseta en la compañía donde trabaja sino también del género que representa.

EL ESPEJO DE CASA

«Mi mamá tenía veinte años menos que mi papá cuando se conocieron. De esa unión nacimos mi hermano y yo», cuenta sobre su familia. Si bien estudió economía como su papá, confiesa que en realidad ha heredado muchas de las inquietudes intelectuales y profesionales de su lado materno. «Mi mamá estudió matemática pura, era profesora en la universidad. Llegó a ser decana. Trabajaba hasta tarde y con mi papá la íbamos a recoger. Siempre la vi trabajar y seguir estudiando. Pero aún con eso nos organizaba los horarios para estudiar, hacer deporte y tocar algún instrumento». Por eso es que ahora, cuando madre e hija se encuentran, se ven reflejadas la una en la vida de la otra.

ASUNTOS DE FAMILIA

Se casó con un economista como ella. Que ahora es directivo en un banco de la competencia. Lo conoció en la universidad y empezaron su relación casi al terminar los estudios. Tienen dos hijos, una joven de 21 años y un adolescente de 17. Ambos siguen la misma carrera que sus padres. «He sido muy afortunada. Mi esposo y mis hijos me comprenden muchísimo pero también han llegado momentos en los que hemos tenido que sentarnos a conversar sobre cómo organizar el tiempo en familia».

Para ella es muy difícil desconectarse del trabajo. Adonde vaya lleva el Blackberry y el iPad. Tiene siempre una agenda llena de reuniones. Empieza a las 9 de la mañana y termina a las 8 y 30 de la noche. Cuando mira hacia atrás recuerda lo difícil que fue tras su primer embarazo. Dejaba a su hija en la cuna del banco y se iba para sumergirse en las cifras del área de riesgos. Pero era la época del terrorismo y los cortes de luz eran frecuentes. Cada vez que todo se quedaba a oscuras, como toda madre con instinto protector corría para ver a su pequeña. «Con el tiempo una va aprendiendo. A mis hijos les digo que, aun cuando no soy la mamá a tiempo completo, sí puedo ser la mamá que esté en los días fundamentales de sus vidas».

Nelly Taboada, directora de Planeamiento y Análisis Financiero del Grupo Backus, en la planta de la cervecera en Ate Vitarte.

HACIENDO HISTORIA

En el 2006 Nelly Taboada se convirtió en la primera mujer en un puesto directivo en la historia del Grupo Backus. Empezó como contadora general y desde el 2008 es la directora de planeamiento y análisis financiero. Se encarga de monitorear que el presupuesto se cumpla. La carrera de Nelly está dividida en varias etapas y compañías. Trabaja desde los 19 años, cuando estudiaba contabilidad en la Universidad de Lima. Sus primeras prácticas fueron en un banco. Luego hizo consultorías y antes de entrar a la cervecera fue contratada como contadora de proyectos para Newmont Mining Corporation, dueña de Minera Yanacocha. Allí fue ascendiendo hasta subcontralora de finanzas. Por aquellos años se casó y quedó embarazada. Regresó a trabajar a los 18 días de dar a luz. Luego llegaría el gran encargo de la minera. Tenía que organizar el área de contabilidad en la propia mina cuando aún no empezaba a explotarse. Se mudó a Cajamarca y se llevó a su bebé de siete meses con ella. Su esposo la apoyó y Nelly siguió adelante. «Mi carrera fue un gran factor para decidir no tener más hijos. Me costó mucho compartir la crianza con la nana. Me partía en lágrimas cuando llegaba el fin de semana y lo escuchaba decirle mamá a Eva, que era quien lo cuidaba. Entonces pensé que si iba a seguir con ese ritmo de vida no podía someter a otro hijo a esas gotas de tiempo».Ahora su hijo Renato ya tiene 18 años y está muy orgulloso de su mamá. Sabe que hizo su maestría cuando él era pequeño y que se ha esforzado por no dejar de escalar.

EL APORTE FEMENINO

«Nunca he sentido un prejuicio por mi género para un ascenso o para ser contratada. Ni en el banco, ni en la mina, ni ahora. Incluso a mí me buscó una cazatalentos para el puesto de la cervecera. Ya tenía 14 años en una empresa y era hora de dar otro salto profesional», señala Nelly sobre las oportunidades laborales que se le han ido presentando. Cuando fue fichada por Backus le dijeron que buscaban a una pieza clave para la reingeniería y modernización del área contable. Como siempre excedió las expectativas.
Aunque a ella no le ha ido mal en el aspecto laboral ni ha sufrido discriminación alguna por ser mujer, sí considera justo que las mujeres reclamen igualdad y oportunidades. Cree que el género femenino tiene muchos aportes que entregar todavía. «Tenemos por alguna razón mejor desarrollado el lenguaje, lo que es clave en el trabajo en equipo. Creo que naturalmente somos más ordenadas, eso es clave para la planificación. Y la integridad no es exclusiva del género, insisto, pero es más difícil para nosotras sacarle la vuelta a algo o alguien. La honestidad es un valor necesario y cada vez más apreciado en la actividad empresarial formal», sostiene.

Elizabeth Galdo, directora de Regulación Corporativa del Grupo Telefónica, en el centro de gestión de Suquillo.

VELA POR LAS NORMAS

Elizabeth Galdo es directora de Regulación Corporativa del Grupo Telefónica en el Perú. Ha trabajado en la compañía durante los últimos 12 años, incluyendo una responsabilidad en Telefónica Internacional en España. Empezó como analista y fue ascendiendo hasta convertirse en una de las 312 ejecutivas del grupo. Su responsabilidad no es poca. Tiene 40 personas en su equipo con quienes se encarga del cumplimiento de la normatividad dentro de una empresa con más de 22 millones de clientes. También le corresponde representar a Telefónica cuando instituciones como Osiptel o el Congreso de la República lo requieren. Además se ocupa de que los productos que quieren lanzar al mercado sean viables desde el punto de vista regulatorio. Al mes revisa no menos de 250 propuestas. Y, como si fuera poco, se involucra en proyectos de responsabilidad social.

Para llegar hasta aquí asegura haberse inspirado en sus padres, ambos profesionales y con carreras de éxito. Ella decidió estudiar derecho y se especializó en tributos. Cuando terminó la carrera fue consultora durante algunos años, hasta que llegó la propuesta de ser asesora del viceministro de Comunicaciones. Aceptó y esa fue la base para lo que vendría después.

UN AÑO EN Harvard

Mientras trabajaba para la empresa de telefonía en España, Elizabeth obtuvo una beca para una maestría en la Universidad de Harvard. Le dieron licencia y se fue a cumplir un sueño. Una vez en Boston se dio cuenta de que estaba embarazada. «Mi hija nació luego de mi graduación. Mi embarazo fue muy bueno y por las casacas gruesas que usaba en el invierno casi no se notaba. Nació el último día de mi seguro universitario, lo que en ese entonces fue un alivio», cuenta. Recordando ese momento de su vida refuerza un argumento en el que siempre ha creído. «Para todo en la vida hay tiempo si uno se organiza», dice.
Esta ejecutiva asegura que  no es muy tajante al definir los aportes de las mujeres a las empresas. Cree que salir adelante en una corporación no es una cuestión de género. La constancia y la fe en uno mismo son dos ingredientes que cualquiera puede cultivar como ella lo ha hecho. Lo que sí cree es que no siempre se han dado las mismas oportunidades para hombres y mujeres. Por eso cuando asiste a eventos empresariales no deja de sonreír al ver más mujeres con carreras brillantes. «Ahora veo que en los CADE hay más mujeres y eso me da una alegría tremenda. Antes eran como lunares, las podías contar con los dedos».

Aidé Aguirre, contadora general del Holding Alimentario del Grupo Gloria y responsable de las cuentas de la empresa en varios países. Empezó como practicante.

SIN MIEDO A LOS RETOS

Aidé Aguirre, contadora general del Holding Alimentario del Grupo Gloria, todavía recuerda su primer día en la corporación. «El contador que me contrató como practicante me dijo que no le gustaba trabajar con mujeres. Le dije que yo venía a aprender y adquirir experiencia», cuenta. Pero de eso ya pasaron 27 años. Aquel hombre cuadriculado terminó por irse y ella con el tiempo se convirtió en la cabeza del área. Su trabajo hoy en día consiste en organizar la contabilidad de cuatro empresas en el Perú y supervisar a cinco países más. No se puede quejar. Es una mujer que ha sabido aprovechar las oportunidades que se le han presentado. Para ella hay una virtud en especial que solo el género femenino domina: la intuición.

Aidé viene de La Libertad, de la provincia de Pataz. Postuló a la Universidad Federico Villarreal por recomendación de uno de sus ocho hermanos y en las aulas conoció a su esposo. Tienen dos hijos: un joven de 19 y una niña de 11. Con el mayor juega vóley y con la más chica trata de recuperar el tiempo que muchas veces no pudo darle al primero. Ahora más que nunca repara en ello y aplica una filosofía: no llevar el trabajo a casa, ni la casa al trabajo. Eso le permite concentrarse cuando tiene que hacerlo y disfrutar más de los suyos. Sobre todo cuando juega campeonatos en la Asociación Estadio La Unión y los escucha alentándola, orgullosos de ella.

Fuente: La República

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